Se puede decir, sin caer en la exageración, que los conflictos bélicos que se libraron a principios del siglo XIX fueron auténticas guerras mundiales, mucho antes de la Primera y la Segunda Guerra Mundial libradas en el siglo XX. Debemos saber que las Guerras Napoleónicas involucraron a la mayoría de los países europeos, y los enfrentamientos se extendieron no sólo por toda Europa, sino por muchos otros puntos del globo terrestre, especialmente cuando esos enfrentamientos se dieron entre las flotas oceánicas de Inglaterra y Francia.
[ilustración extraída de http://www.kalipedia.com/]
Enmarcados en este clima de conflicto internacional, se encuentran los sucesos que vamos a narrar a continuación, y que forman parte de esa curiosa historia de las matemáticas que todo matenavegante culto debería conocer.
En octubre del año 1806, los ejércitos napoleónicos vencieron al ejército prusiano en la batalla de Jena, y desde ese momento, marcharon sobre Prusia con una celeridad inusitada, derrotando a las tropas prusianas que les salían al paso como si vencer en una batalla tras otra fuera un juego de niños. Entre las numerosas ciudades ocupadas por los soldados franceses se encontraba una importante capital de la Baja Sajonia: Brunswick, la ciudad natal de Carl Friedrich Gauss, uno de los matemáticos más importantes de todos los tiempos. En aquellos momentos Gauss era un hombre joven de 29 años, pero ya célebre por sus impresionantes capacidades y descubrimientos.
Entre la correspondencia que mantenía con diversos científicos de la época, Gauss se había carteado con un brillante matemático francés, Monsieur LeBlanc, con el que trataba diversos aspectos de las matemáticas puras. En 1801, cuando Gauss contaba tan solo con 24 años, había ya publicado un libro que ha llegado a ser uno de los más importantes y famosos de la historia de las matemáticas, las Disquisitiones Arithmeticae. Monsieur LeBlanc le expresó por carta a Gauss su felicitación por la publicación del libro, y también le mandó comentarios, ejercicios resueltos relacionados con el contenido y aportaciones propias, incluyendo algunas sobre el famoso teorema de Fermat. Gauss tardaba en responder aquellas cartas, absorto como estaba en su propio campo de trabajo, pero cuando las contestaba lo hacía con educación, valorando positivamente los avances de LeBlanc. Sin embargo, llegaría un día en el que iba a despertarse en Gauss una repentina y gran admiración por Monsieur LeBlanc, admiración que expresó en una carta llena de entusiasmo hacia el matemático francés. Fue el día en el que Gauss descubrió que LeBlanc no se llamaba así, y ni siquiera era un monsieur. En realidad, LeBlanc era el seudónimo de una extraordinaria mujer: Sophie Germain.
Marie-Sophie Germain ha sido una de las pocas mujeres matemáticas que han llegado a tener cierta fama en los siglos pasados. Nacida en París en 1776 (un año antes que Gauss), empezó a estudiar matemáticas a los trece años, aunque sus padres trataron de disuadirla, porque consideraban que aquella era una ocupación "reservada a los varones". Como no podía ingresar en la Universidad Politécnica de París, porque no se admitían mujeres, logró hacerse con los apuntes de las clases, estudió y trabajó por su cuenta, y adoptó una identidad masculina, la de Monsieur LeBlanc, para poder mantener correspondencia con los principales matemáticos de la época, como el francés Lagrange y el alemán Gauss.
Sin embargo, al enterarse de la invasión de Prusia por el ejército napoleónico, Sophie Germain temió que Gauss pudiera correr la misma suerte que Arquímedes. Este sabio griego, del siglo III a. de C., natural de Siracusa, tuvo una muerte particularmente desafortunada. En el año 214 a. de C. los romanos pusieron sitio a la ciudad, que finalmente sería invadida en el 212. A pesar de las órdenes de que Arquímedes no fuera dañado, un soldado romano lo asesinó cuando el sabio estaba distraído dibujando círculos y otras figuras geométricas en el suelo. Se cuenta que la últimas palabras de Arquímedes fueron "¡no borréis mis círculos!". La muerte de Arquímedes constituye un paradigma del grado en que los científicos y pensadores se pueden abstraer de la realidad, y de las consecuencias de las guerras, que sin distinguir a nada ni a nadie arrasan y lo destruyen todo a su paso.
Era por tanto apenas normal que Sophie Germain tuviera el temor de que la integridad física de Carl Friedrich Gauss pudiera ponerse en peligro en medio del clima bélico, entre las tropas prusianas en retirada y las francesas avanzando y ocupando poblaciones, mientras el joven matemático, aislado de su entorno y sin interés ninguno por los asuntos políticos, se concentraba en sus estudios. Por tal motivo, Sophie se dirigió a un amigo de su familia, Monsieur Pernety, general francés de artillería en la campaña de Prusia, encargado del sitio de Breslau, para que averiguara el paradero de Gauss y procurase que el matemático alemán fuera tratado con consideración. M. Pernety ordenó entonces a M. Chantal, comandante de batallón, que cruzara los doscientos kilómetros que los separaba de la ciudad de Brunswick, ocupada ya por el ejército francés, y se encargara del asunto.
En una carta al general Pernety, Chantal le informó sobre el encuentro con Gauss. "En cuanto llegué a la ciudad me apresuré a cumplir su encargo. He preguntado a varias personas por la dirección de Gauss, en cuya residencia tenía que reunir información a petición de usted y de Sophie Germain. Monsieur Gauss replicó que no tenía el honor de conocerle a usted ni a Mademoiselle Germain, pero que había conocido a Madame Lalande en Paris. Después de explicarle los diferentes puntos contenidos en las órdenes que yo había recibido, pareció un poco confundido y me pidió que le transmitiera a usted su agradecimiento... Le dejé en compañía de su esposa y su hijo y fui a visitar al general Buisson, gobernador de la ciudad, con el fin de recomendarle a Gauss. Yo ya había tenido el honor de conocer al general en otra ocasión previa. Me respondió que haría todo lo posible por M. Gauss, me invitó a cenar, y me comentó que ya le habían recomendado a Gauss varias personas de mérito. Me despedí de él y regresé a la residencia de M. Gauss, pidiéndole que me acompañara a la cena en la casa del gobernador, para que pudiera contar directamente con toda su estima y amabilidad... M. Gauss disfruta de buena salud, y me contó que se asustó cuando las tropas entraron en Brunswick, pero que no había sido molestado..."
La confusión de Gauss, asombrado por la visita de Chantal y todas aquellas recomendaciones por parte de personas que él no conocía, se mantuvo hasta que recibió, por fin, una carta de la propia Sophie Germain en la que le aclaraba todo y develaba su verdadera identidad. "Mientras me describía el resultado de la honorable misión que yo le había encargado, M. Pernety me informó que le había mencionado a usted mi nombre. Esto me conduce a confesarle que no le soy a usted completamente desconocida, como podría suponer, pero temiendo el ridículo que me puede sobrevenir al ser una mujer científica, he tomado anteriormente el nombre de M. LeBlanc para mandarle a usted mis notas que, indudablemente, no merecen la indulgencia con la que usted me ha correspondido".
Gauss, por su parte, se apresuró a contestarle: "Cómo describirle mi admiración y asombro al ver que mi estimado corresponsal M. LeBlanc se metamorfosea en este personaje ilustre que me ofrece un ejemplo tan brillante de lo que sería difícil de creer. La afinidad por las ciencias abstractas en general y sobre todo por los misterios de los números es demasiado rara: lo que no me asombra, ya que los encantos de esta ciencia sublime sólo se revelan a aquellos que tienen el valor de profundizar en ella. Pero cuando una persona del sexo que, según nuestras costumbres y prejuicios, debe encontrar muchísimas más dificultades que los hombres para familiarizarse con estos espinosos estudios, y sin embargo tiene éxito al sortear los obstáculos y penetrar en las zonas más oscuras de ellos, entonces sin duda esa persona debe tener el valor más noble, el talento más extraordinario y un genio superior. De verdad que nada podría probarme de forma tan meridiana y tan poco equívoca que los atractivos de esta ciencia que ha enriquecido mi vida con tantas alegrías no son quimeras, que la predilección con la que usted ha hecho honor a ella."
Posteriormente, la correspondencia entre ambos personajes se interrumpió, principalmente porque sus campos de trabajo e investigación se fueron separando. A Gauss todavía le quedaba una increíble vida llena de logros y descubrimientos, entre los cuales podemos mencionar, por ejemplo, el desarrollo de métodos que ayudaron a la localización del asteroide Ceres, la profundización en la geometría diferencial de superficies, el estudio de las variables continuas en estadística y probabilidad, el estudio de las geometrías no euclídeas, las funciones elípticas, los residuos bicuadráticos, la teoría de números, y posteriormente muchos campos de la física, como la tensión superficial, la óptica, el electromagnetismo, las fuerzas y el potencial, etc.
Sophie Germain, por su parte, hizo importantes contribuciones a la teoría de los números y a la teoría de la elasticidad, y después de ser rechazada en dos ocasiones, en el año 1816 ganó por fin un concurso convocado por la Academia Francesa de las Ciencias que la convirtió en la primera mujer que asistió a las sesiones de la Academia. En 1830, la Universidad de Göttingen acordó otorgar a Sophie Germain un grado honorífico; Gauss formaba parte de dicha Universidad desde 1807, y él fue el que promovió aquel nombramiento. Sin embargo, Germain apenas tendría tiempo de recibir aquel grado, pues murió de cáncer de mama en 1831.
Carl Friedrich Gauss demostraría su genio extraordinario, y se convertiría en uno de los matemáticos y científicos más importantes de todos los tiempos. Y sin embargo, más allá de los condicionamientos de la época, supo admirar el valor, talento e inteligencia de Sophie Germain, una mujer que un día tuvo que adoptar la identidad de un hombre para no ser ridiculizada y acceder a las cumbres de las ciencias matemáticas.
Notas: además de las páginas de la Wikipedia sobre Gauss y Germain, hemos basado parte del artículo en algunas páginas de la obra Sophie Germain, an essay in the history of the theory of elasticity, escrita por Louis L. Bucciarelli y Nancy Dworsky, y publicada por D. Reidel Publishing Company. Para saber más sobre Gauss, recomiendo el artículo correspondiente ya publicado en este blog.
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